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“Necesito que se celebre el juicio para que acabe esta pesadilla”

Rocío, la joven que perdió su ojo izquierdo hace ya casi cinco años tras explotarle un petardo en la cara, y su madre están dispuestas a protestar en los juzgados si para septiembre siguen sin tener fecha

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  • Rocío con su madre. -

El próximo diciembre hará cinco años de aquella Nochevieja fatídica en la que la joven Rocío Vázquez, entonces con 24 años, perdió su ojo izquierdo después de que un petardo le explotara en el rostro cuando salió de su casa de la barriada rural Los Albarizones a felicitar el nuevo año a sus vecinas. Desde hace dos lleva una prótesis ocular, pero aunque ya arrastra más una decena de operaciones en la cara y en la cabeza para extraer injertos de piel y reconstruir así los tejidos blandos de la zona afectada, sabe que tendrá que volver a pasar por el quirófano al menos otras tres veces más. Sin embargo, eso no es lo que más le preocupa. Necesita pasar página, y tanto ella como su familia, especialmente su madre Paqui, su gran apoyo, saben que no podrán hacerlo hasta que los hechos que le cambiaron su vida en cuestión de segundos sean juzgados. “Necesitamos que se celebre el juicio para que acabe toda esta pesadilla, aunque después tenga que volver a operarme, porque a mí siguen sin darme el alta”, señala la joven. Sin embargo, a medida que avanzan los días, pierde la esperanza de que la vista para juzgar a  los dos únicos imputados, Manuel C.G. y Francisco Javier C.P,  sea este año, como así llegó a estimar  su abogada.


Su madre lo tiene claro, sabe  del parón de la actividad en los juzgados en el verano, pero si para septiembre no tienen noticias, no se quedará de brazos cruzados. “Si para septiembre aún no tenemos fecha me pongo delante de la puerta de los juzgados; lo que no puede ser es que vayan a cumplirse ya cinco años y sigamos igual, porque una cosa es que los juzgados de lo Penal estén colapsados y otra lo que nos está pasando”, critica.


Se da la circunstancia de que aún no ha pasado un año de la muerte de Jairo Gómez por cuatro puñaladas en el botellódromo, y su juicio ya está señalado para septiembre, con lo que la familia de Rocío empieza a estar cansada de asistir como espectadores a que se juzguen causas tan graves y ocurridas a posteriori y que la joven siga sin ver sentados en el banquillo de los acusados a los presuntos responsables de que su día a día diera un giro de 180 grados.  Y es que a los problemas económicos que sacuden a todo el país, en su caso se une la minusvalía del 48 por ciento  declarada por la Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta, que tuvo que sumir de un día para otro tras perder la visión de su ojo y tener también perforado su oído. No tiene ningún subsidio ni ingreso y sale adelante con la ayuda de su madre, pero ir a Madrid a los especialistas que tratan su caso se hace cada vez más cuesta arriba.

No sale a la calle sin el parche

Dos años después de que le colocaran la prótesis ocular, Rocío sigue sin ser capaz de salir a la calle sin el parche, e incluso en su propia casa se lo retira lo imprescindible, ni siquiera para dormir pese a la reprimenda de su familia, puesto que tiene recomendación expresa de no cubrírsela para que los injertos de piel  transpiren. “A la gente le choca verme así, y a lo mejor se ha dado el caso que han llamado a casa y he abierto la puerta y he notado su reacción al verme sin el parche; No puedo salir a la calle así, es superior a mis fuerzas”.  Sin trabajo y con muchos altibajos,  ni siquiera quiere ir al psicólogo, pero sabe que tiene que cambiar el chip: de aquí a un mes se convertirá en mamá por segunda vez de una niña, a la que se aferra más que nunca junto con  su hijo de 12 años y su pareja para salir de una  pesadilla que ya dura demasiado.

Piden hasta tres años de cárcel para los dos acusados

Tanto el Ministerio Público como la  acusación particular piden 2 y 3 años de cárcel para los dos imputados, que resultan ser padre e hijo, por un presunto delito de lesiones con imprudencia. Según el escrito de calificación del Ministerio Público, Manuel C. G. y su hijo, Francisco Javier C. P, se encontraban en la Nochevieja de 2007 en la plazoleta de la mencionada barriada rural manipulando cohetes. En un momento dado, poco antes de las 00.20 horas, ambos volvieron a lanzar los petardos«sin adoptar la más mínima precaución” alcanzando uno de ellos  al rostro de Rocío Vázquez, de 24 años, lo que le provocó lesiones faciales muy graves que derivaron en la pérdida del ojo izquierdo.


Desde ese momento, tras permanecer ingresada en la UCI del Hospital Puerta del Mar, la joven ha tenido que ser sometida a innumerables intervenciones quirúrgicas y sigue esperando como mínimo otras tres más.

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