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El número de bajas laborales cae a la mitad con respecto a 2007

El miedo a perder el puesto de trabajo lleva a los trabajadores a apurar al límite su estado físico

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Con la crisis se ponen en jaque derechos tan básicos como el ponerse malo. Caer enfermo se ha convertido en un “lujo”, que no todos los que tienen la suerte de conservar el puesto de trabajo se pueden permitir. Esta realidad ha tenido su reflejo directo en las estadísticas que maneja al Ministerio de Empleo y Seguridad Social. 
En comparación con 2007, las bajas laborales han descendido en la provincia en torno a un 50%, una caída que se ha producido tanto en las llamadas enfermedades comunes, como en las enfermedades laborales o bajas por accidente. Una situación que los sindicatos denuncian desde hace tiempo, ya que aseguran que los empleados están acudiendo  a sus puestos de trabajo enfermos, con el consiguiente riesgo para la salud que entraña tanto para los compañeros como para los usuarios de los servicios públicos.
En números absolutos son las enfermedades comunes, (catarros, gripes, alergias etc.) las que más han descendido, ya que son las que permiten a los trabajadores acudir al puesto de trabajo aunque sea con malestar. Estas han pasado de las 5.587 de media mensual registradas en 2007  a una media de tan solo 2.188 al mes.

el bolsillo
Aunque las enfermedades profesionales o las resultantes de accidentes laborales son menos evitables, también se ha reducido considerablemente el número, pasando de las 87 mensuales registradas en 2007, a las 54 de 2012.  Y es que la circunstancia de crisis en la que se haya inmersa la provincia, con una gran masa de trabajadores en el paro (entorno al 40% según la Encuesta de Población Activa), hacen que un puesto de trabajo sea un tesoro, al que hay que agarrarse con uñas y dientes.
Entre las causas de esta bajada radical en el número de bajas laborales figuran los puestos de trabajo que se han perdido, el miedo a perderlo y, por supuesto la pérdida de poder adquisitivo que supone para el trabajador (que en muchos casos ya ha visto recortado su sueldo y  no se puede permitir menos ingresos). En el caso de los funcionarios, estos ven cómo sus retribuciones se recortan en un 50% durante los tres primeros días de baja y el 25% hasta la tercer semana. A partir de ahí, el trabajador cobrará el 100% de la nómina.
El problema de trabajar enfermo tiene aún mayor incidencia en cuanto al terreno sanitario, advierten los responsables del CSIF. En sanidad, “hay muchos empleados que están acudiendo a trabajar enfermos precisamente para no perder más salario; esta misma situación es torna más delicada en los casos de los interinos o los contratados temporales”.
También se ha producido una reducción en el número de días que se permanece de media por incapacidad laboral. Si en 2007 era de 37 días, en 2012 fue de 28. Todo apunta a que en 2013 se confirmará esta tendencia a la baja avalada en muchos casos por los tribunales médicos.

Menos bajas de maternidad por la crisis y el descenso de la natalidad

La recesión económica está provocando un descenso del número de mujeres trabajadoras que solicita una prestación por maternidad a la Seguridad Social. De este modo, las cifras ofrecidas por el Instituto Nacional de la Seguridad Social indican que en los últimos cinco años ha descendido alrededor de un 15% el número de gaditanos que se ha acogido a este derecho, y la media mensual ha pasado de las 658 mujeres del 2007, a las 568 del ejercicio 2012. Según estos datos, en los últimos doce meses se iniciaron 6.898 expedientes de prestaciones por maternidad. La reducción ha sido paulatina a lo largo de los años, tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres, y también ha ido pareja con el descenso de los nacimientos atendidos en los hospitales de la provincia.
Este descenso de la natalidad, el incremento del paro y el temor a perder el puesto de trabajo son algunos de los factores apuntados como principales causas de esta evolución de los permisos.
El miedo a perder el puesto de trabajo también ha disparado el número de interrupciones voluntarias del embarazo en mujeres de entre 25 y 35 años, con las graves secuelas psicológicas que puede traer consigo.

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