Alrededor de 60 especialistas se han reunido entre este jueves y este sábado en Córdoba en el marco del XXIX congreso de la Sociedad Andaluza de Neurocirugía, en el que han abordado los últimos avances que se han incorporado en los dispositivos implantables que se usan para tratar la hidrocefalia.
En concreto, según ha informado en una nota la Delegación del Gobierno de la Junta en Córdoba, los participantes en esta reunión se han centrado en analizar "en profundidad" los dispositivos que se implantan en los pacientes de esta patología con la finalidad de corregir este problema.
Para ello, cuatro ingenieros procedentes de Europa y Norteamérica han explicado a los especialistas que han asistido al congreso el manejo y funcionamiento de los nuevos sistemas que se emplean en la cirugía de la hidrocefalia, una patología que consiste en la acumulación anormal del líquido cefalorraquídeo en el interior del cráneo.
La función de dicha sustancia, que se encuentra en las cavidades del cerebro y habitualmente circula libremente bañando y protegiendo el propio cerebro y la médula espinal, es evitar daños en caso de desplazamientos bruscos y traumatismos, así como aportar a estas estructuras tan sensibles nutrientes necesarios y ayudar a eliminar residuos metabólicos.
En los pacientes con hidrocefalia, el líquido cefalorraquídeo no circula libremente y se estanca, haciendo que aumente la presión de los ventrículos y del interior del cráneo.
Además de ser una patología en sí misma, la hidrocefalia es una complicación que se presenta en muchas de las enfermedades del sistema nervioso central, como tumores, hemorragias, infecciones y traumatismos, entre otras.
La intervención quirúrgica, que llevan a cabo los neurocirujanos, es el único tratamiento para esta patología y trata de evitar "severos trastornos" que pueden ocasionar esta enfermedad tanto a nivel físico como mental.
DESCRIPCIÓN DEL DISPOSITIVO
El director de la Unidad de Gestión Clínica de Neurocirugía y Neurofisiología del Hospital Reina Sofía, Jesús Adolfo Lozano, ha explicado que el método más común para llevar a cabo este tipo de intervención es "la implantación de un sistema de derivación del líquidocefalorraquídeo desde el cerebro hasta el corazón o el abdomen, donde se reabsorve y se elimina con la orina".
Se trata de una intervención, según este neurocirujano, que se realiza "con frecuencia" en los centros hospitalarios y se incluye en el grupo de las "menos complejas" que se practican dentro de la especialidad, ya que lo que se requiere son "incisiones mínimas" en la cabeza y a la altura del corazón o abdomen, de modo que, "si todo va bien, el paciente puede deambular al día siguiente y recibir el alta médica dos o tres días después de su paso por el quirófano".
No obstante, el doctor Lozano ha apuntado que otro sistema que también se usa, aunque con menos frecuencia, es la neuroendoscopia, que permite llegar al cerebro a través de un endoscopio que logra realizar una apertura por la que se expulsa el líquido y se recupera la circulación con normalidad.
Los profesionales de la Unidad de Gestión Clínica de Neurocirugía y Neurofisiología del Hospital Reina Sofía intervienen cada año a alrededor de un centenar de pacientes, entre niños y adultos.
Según ha explicado el referido neurocirujano del complejo sanitario cordobés, cuando se presenta como una enfermedad congénita se programa la intervención "nada más nacer el bebé", si bien en otras ocasiones se puede presentar "de forma aguda" --lo que obliga a "intervenir de urgencia"-- o "crónica", que es "la más habitual" y la que motiva el empleo de las técnicas descritas.
MÁS DE UNA VEINTENA DE COMUNICACIONES
De igual modo, los asistentes al congreso han presentado más de una veintena de comunicaciones orales en las que se han abordado los distintos tipos de hidrocefalia y los nuevos dispositivos para tratarlas, entre los que destacan especialmente las válvulas programables, que se acomodan a la presión craneal que precisa el paciente.
Entre los síntomas más frecuentes que se asocian a la hidrocefalia figuran dolor de cabeza, vómitos, alteraciones de la visión y somnolencia progresiva. El diagnóstico se realiza en base a estos síntomas y a pruebas de imagen radiológica como el TAC craneal o la resonancia cerebral y, además, se puede afinar más con otras técnicas complementarias.