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Sarkozy, adepto a los "golpes mediáticos" en política exterior, según experto

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La política exterior del presidente francés, Nicolas Sarkozy, candidato a la reelección, ha estado dominada, según el politólogo Pascal Boniface, por una falta real de ruptura con el pasado, pese a lo que anunció en 2007, y por su inclinación a actuar en función de la repercusión en los medios de comunicación.

El presidente conservador anunció una ruptura en política exterior "con relación a lo que se denominan los aspectos fundamentales del gaullismo-mitterrandismo, una política clásica durante la V República", sostiene Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).

Ese cambio anunciado por Sarkozy suponía "una ruptura con relación a (la política de) Jacques Chirac (su predecesor en el cargo). Y finalmente no la modificó en la realidad", afirma Boniface en una entrevista a Efe.
El director del IRIS aborda esa peculiaridad de la política exterior que anuncia Sarkozy a su llegada al poder en 2007 en su libro recién publicado "Le monde selon Sarkozy" (editado por Jean-Claude Gawsewitch).

"Si hubo ruptura, y sobre no pocos aspectos, fue con... la ruptura anunciada por el candidato Sarkozy", indica Boniface en su análisis de la política exterior del, de nuevo, candidato a la jefatura del Estado.

En su libro, el director del IRIS recuerda que la elección como su primer ministro de Asuntos Exteriores de Bernard Kouchner -fundador de la ONG Médicos Sin Fronteras y verdadera opción sorpresa de Sarkozy- resume un "gusto por la imagen más acentuado que entre sus predecesores", según Boniface.

"Kouchner en el Quai d'Orsay (sede del Ministerio francés de Exteriores) es más un golpe mediático que una elección política", agrega este experto.

Característico de su presidencia ha sido "abordar asuntos de política exterior extremadamente mediatizados, usarlos y mediatizarlos aún más", explica Boniface a Efe.

"Ha sido relativamente adepto a los golpes mediáticos y sin cambiar el fondo de la política, una tendencia que es más acentuada en él que en sus predecesores", continúa.

Boniface califica de auténtica "degradación pública" la infligida a Kouchner por la política presidencial sobre un ministro que se creía, al ser designado por el Elíseo, que iba a hacerse "con el bastón de mariscal".

El autor aborda lo que denomina como "gusto pronunciado" de Sarkozy por esos "golpes mediáticos", de tal modo que el presidente "no concibe actuar sin mediatización, y esta última es siempre un factor esencial en su toma de posición y en sus acciones. No hay, por lo tanto, una puesta en entredicho de la herencia gaullista-miterrandista".

Este experto en relaciones internacionales, cuestiones nucleares y desarme concede que como mucho Sarkozy ha sido protagonista, en la política exterior de Francia, de "algunas modulaciones".

"Grosso modo no puede haber ruptura en la política extranjera de un país porque puede haber modulaciones, pero las revoluciones estratégicas son muy raras", precisa Boniface.

Añade que "Charles De Gaulle hizo una ruptura con la política de la IV República y los diferentes sucesores de De Gaulle, cada uno a su manera, han seguido un poco la misma senda".

Agrega que "quizás la diferencia es que Sarkozy ha insistido mucho en el carácter occidental de la política francesa cuando, desde luego, Francia es un país occidental, pero no es solamente eso, pues hay otras características".

Y en cuanto a lo que espera a Francia con un eventual presidente socialista, si gana François Hollande en la segunda vuelta de los comicios presidenciales el 6 de mayo (la primera ronda será el 22 de abril), Boniface estima que quizás lo que se pueda esperar sea un "regreso a los aspectos fundamentales del gaullismo-mitterrandismo".

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