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Cameron Crowe y las virtudes de sus defectos

Autor de uno de los mejores libros sobre cine de la década,Cameron Crowe regresa a la dirección con una historia familiar de buenas intenciones

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cameron Crowe ha demostrado a lo largo de su carrera que es un director irregular. Su cine está plagado de virtudes y defectos -para algunos más de lo segundo que de lo primero-, y aún así hay que recibir cada una de sus películas con el beneficio de la duda, aunque solo sea porque es autor de uno de los mejores libros sobre cine de la última década, Conversaciones con Billy Wilder, en el que reeditó el formato de entrevista empleado por François Truffaut en su clásico El cine según Hitchcock. Puede que Crowe sea, incluso, mejor guionista que director, aunque esa misma función es la que dota a sus películas de una personalidad propia, bajo un marcado acento generacional que, posiblemente, sea el que le distancia de la crítica y, al mismo tiempo, del resto de directores del Hollywood actual limitados a la aceptación de encargos.
Llevaba ya seis años sin rodar desde la encantadora Elizabethtown, y, aunque tal vez no haya elegido el mejor material para su regreso -una película plagada de buenas intenciones, dirigida a toda la familia y basada en hechos reales-, también es cierto que el título que se le ha dado en nuestro país, Un lugar para soñar, le hace un flaco favor al original Compramos un zoo.
La cinta está basada en un libro del periodista Benjamin Mee a partir de su propia experiencia personal, después de que decidiera dejarlo todo y empezar desde cero con la compra de una vieja casa rural situada en un terreno de unas ocho hectáreas que alberga asimismo un pequeño zoo pendiente de conservación y reapertura. Si a ello añadimos que el protagonista (Matt Damon) es viudo y padre de dos hijos y que la conservadora del zoo es una atractiva bióloga (Scarlett Johanson), resulta bastante previsible identificar el recorrido por el que transitará la historia. De hecho, la mayoría de las historias abordadas por el director de Jerry Maguire son bastante previsibles, pero no su forma de abordarlas y adornarlas, convirtiendo su forma de ver y hacer cine en su mejor valor añadido -la mediocre Vanilla sky, en la que adaptaba la terrorífica Abre los ojos de Amenábar desde una perspectiva romántica, mejoraba los minutos finales del original-.
Crowe, que saltó a la fama en 1992 con su visión del movimiento grunge de Seattle en Solteros, reivindicó su condición de autor con sus dos siguientes trabajos: Jerry Maguire y la autobiográfica Casi famosos, en las que pone de manifiesto su capacidad para covertir sus defectos -un idealizado americanismo exacerbado- en una virtud de la mano del sentido emocional con el que se enfrenta a sus historias.

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