La semana que nos está dando el caso Koldo suena, pese a ser una trama nueva, a algo viejo. Suena a Roldán, a Filesa, a Antonio Guerra y un larguísimo etcétera. Suena, por quitar un poco de naftalina, a ERE en Andalucía. Se ha expulsado a José Luis Ábalos del Grupo Parlamentario Socialista, cosa poco habitual en los partidos tradicionales, pero eso no va a detener el y tú más que ha vuelto desde el pasado. La muerte de la nueva política que se inició hace diez años no ha tardado en traer esos viejos lanzamientos de trastos entre los dos grandes partidos a cuenta de la corrupción.
Aunque Ábalos no esté imputado ni citado como testigo, se ha hecho bien en sacarlo del Grupo Parlamentario por parte de su partido. El acta, como ya se sabe, le pertenece de forma personal y no se le puede retirar (a no ser que te llames Alberto Rodríguez, seas de Podemos y te apliquen una pena a la que no has sido condenado, pero eso es otra historia). Aún no estando encausado judicialmente, sí tiene la responsabilidad política por elegir a sus asesores y el tal Koldo parece haberle dejado como Cagancho en Almagro. Sin embargo, eso ha dado pie al PP de Feijóo para acusar al Presidente del Gobierno de conocer la presunta trama y ocultarla. Una acusación demasiado gruesa para hacerla sin pruebas y que no tenga consecuencias, pero la política española es así. Puedes afirmar, como Ayuso, que dejaste sin asistencia a siete mil ancianos porque «no se salvaban en ningún sitio» y no pasar nada.
Precisamente, Ayuso ha sido una de las grandes beneficiadas de esta presunta trama, dado que ha copado portadas y programas oportunamente para que nos olvidemos de su se iban a morir igual. El otro beneficiado ha sido Carles Puigdemont, ya que por unos días nos hemos olvidado de la amnistía aunque ahora se le pretenda imputar un delito de terrorismo por la actuación de Tsunami Democrátic. Qué quieren que les diga, me parece demasiada casualidad (cosa en la que no creo) que este caso salga a la luz justo en el momento en que a la líder en la sombra del Partido Popular y al que tiene la llave para reventar la legislatura les ha venido bien. Es como si la información hubiera estado guardada en un cajón hasta que alguien ha dado la orden de sacarla en primera plana y en los titulares del telediario.
Y así estamos, asistiendo a una guerra dialéctica propia de tiempos pretéritos donde los dos grandes partidos se echan a la cara sus casos de corrupción, con la poca vergüenza que supone que unos corruptos digan a otros corruptos que son corruptos. Desgraciadamente, ese es el resumen de esta semana en sede parlamentaria. Mientras la economía sigue asfixiando a la gente, mientras los casos de violencia machista siguen al alza, mientras el campo sigue en pie de guerra... mientras los problemas relevantes siguen presentes, gobierno y oposición se tildan de corruptos teniendo ambos por qué callar. Una vez que toda la maquinaria del fango enterró a Podemos y la izquierda cuqui y descafeinada de Sumar sigue ciega, sorda y desocupada, los dos grandes partidos vuelven por sus fueros. Dice el dicho que «siempre habla de mierda un cagado» y en este caso hablan dos que tienen abundancia de esa mierda para aburrir. De hecho, son la misma.