El Nuevo Colombino de Huelva le sienta muy bien al Betis y, sobre todo, a la hemeroteca de goles antológicos, para enmarcar, que el equipo bético ha marcado en el estadio onubense, el de Fernando Varela al Barcelona en septiembre de 2002 y el anotado por Marc Bartra ante el Burnley inglés en el amistoso jugado este jueves, con el que honró uno de los mejores de la historia, al menos de la más íntima del beticismo que peina canas.
Se ha hablado y escrito mucho de goles para la historia del fútbol, que lo han sido, como el de Diego Armando Maradona a Inglaterra en el Mundial de México o el de Ronaldo Nazario al Compostela, pero menos literatura ha tenido otro con no menos argumentos como el logrado por Fernando Varela en la victoria bética por 3-0 ante el Barcelona de Louis van Gaal.
Fernando Varela había subido al primer equipo del Betis en 1997 con 17 años de la mano de Lorenzo Serra Ferrer y lo hizo poco antes que Joaquín Sánchez, por eso uno cogió el '7' que antes identificaba a los extremos derechos antes de los dorsales de hoy y al otro le quedó el '17' con el que hizo historia.
El interior, término también en desuso como los volantes o los mismos dorsales, llevaba ya ese '7' en propiedad y con él rubricó ese gol antológico en un partido que el Betis jugó en el Colombino por el cierre de su estadio por los incidentes el que fue llamado “derbi de las bengalas” ante el Sevilla.
Cuando Marc Bartra se la puso imposible en la escuadra más allá del centro del campo al portero James Trafford, se pudieron estremecer los cimientos del estadio onubense simultáneamente a los recuerdos de los miles de béticos que cogieron sus coches y se montaron en el autobús un lejano 28 de septiembre de 2002.
Era un Betis entrenado por Víctor Fernández y en él brillaban los brasileños Denilson de Oliveira y Marcos Assunçao Joaquín, Capi, Alfonso Pérez Muñoz y Varela, un lateral con vocación de extremo que sacó lo mejor de su repertorio ese día junto a la ría de Huelva para dejar para mejor historia verdiblanca un gol para enmarcar, como el de Bartra.
Ese día del 'exilio' verdiblanco, los de Víctor Fernández habían dado una exhibición ante el Barcelona de los Luis Enrique, Saviola o Kluivert, entre otros, que en esos momentos buscaba acortar distancias por el 2-0 que campeaba en el marcador por los goles de Alfonso, de penalty, y de Joaquín, un golazo marca del corte del de Varela pero sin llegar.
Era el minuto 80 de partido cuando el interior nazareno recibió el balón en su campo de manos del guardameta bético, Toni Prats, a más de 80 metros de la portería defendida por Víctor Valdés y, en su registro habitual, arrancó por su banda e hizo caso omiso a los compañeros que se le ofrecían, corría y corría y en la diagonal dejó atrás a todo el que le salió al paso.
Pasó como una exhalación por delante de Philip Cocu, Fernando Navarro y Mendieta antes de llegar al área barcelonista y, en la cal, sendos regates a Frank de Boer y Carlos Puyol para escorarse a la izquierda y quedarse solo e inexplicablemente con oxígeno en la cabeza para pensar delante de Víctor Valdés y ponérsela imposible de un zurdazo, pierna mala, como Bartra a Trafford en el mismo escenario: para pedírselo cuando empiecen las obras del Villamarín.