La muestra, que podrá visitarse desde el próximo viernes hasta el 12 de septiembre, captura el espíritu del surrealismo en su forma “más genuina”, destacó ayer en la presentación el director general del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo.
Organizada en colaboración con el Centro Pompidou de París, la exposición recorre los primeros veinte años del surrealismo a través de los grandes nombres de este movimiento, surgido en 1924 bajo el liderazgo de André Breton.
Con 300 fotografías, entre las que figuran algunas de las más emblemáticas del siglo XX -como El violín de Ingres, de Man Ray-, un centenar de documentos y una decena de películas, La subversión de las imágenes revela la estrategia de un movimiento que consideraba que “para cambiar la vida había que cambiar la vista”.
Como explicó ayer uno de los comisarios de la exposición, Clément Cheroux, los surrealistas perseguían una doble subversión. Por un lado, quisieron transformar la imagen; pero además buscaban subvertir mediante la imagen, es decir, “provocar un seísmo en la mirada” del espectador.
Los surrealistas “no querían hacer arte, sino plantear otra forma de ver la realidad”, recordó Jiménez Burillo, y algunos de los representantes de este movimiento llevaron hasta la política su afán de subversión, respaldando los movimientos revolucionarios de la época