El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró este jueves que la organización “no renuncia a una solución política” en Kosovo pese a haber decidido aumentar su presencia allí con el envío de otros 700 militares para reforzar su misión de mantenimiento de la paz, KFOR, tras los últimos disturbios.
“Por supuesto, esto no significa que renunciemos a una solución política. Nuestro mensaje tanto a Belgrado como a Pristina es que tienen que participar de buena fe en el diálogo facilitado por la UE, que es el único camino hacia la paz”, indicó Stoltenberg ante la prensa a su llegada a una reunión de ministros de Exteriores aliados en Oslo.
El secretario general afirmó que, con el fin de “asegurarnos de que disponemos de las fuerzas que necesitamos en cualquier momento”, los aliados han decidido desplegar la reserva operativa y “preparar una fuerza de reserva adicional para que podamos desplegar aún más”.
Así, ese primer despliegue de tropas adicionales, acordado el martes, será de 700 militares que ya "están en camino”, señaló.
“La OTAN tiene la responsabilidad de garantizar la estabilidad en Kosovo. Y esa es la razón por la que llevamos allí muchos años y por la que ahora estamos aumentando nuestra presencia en la región”, comentó.
Stoltenberg explicó que ha habido un aumento de las tensiones en Kosovo así como de la violencia contra las fuerzas de paz de la OTAN, lo que es “totalmente inaceptable”.
Recordó que la misión aliada en Kosovo, la KFOR, opera con “un claro mandato de la ONU”, y aseguró que “permanecerá vigilante” a fin de “garantizar un entorno seguro y protegido” y “calmar y reducir las tensiones”.
La tensión continúa en el norte de Kosovo tras los enfrentamientos que el lunes dejaron heridos 30 soldados de la OTAN y 50 manifestantes serbios que rechazan la autoridad de los alcaldes de cuatro municipios donde son mayoría, pese a ser minoría en el resto del territorio kosovar.
Los regidores fueron elegidos el pasado abril en una elecciones que los serbios boicotearon y en las que la participación apenas superó el 3 %.
Kosovo, antigua provincia serbia poblada por una gran mayoría de albaneses, proclamó en 2008 su independencia, que Serbia no reconoce.
Ambos países negocian la normalización de sus relaciones sobre un nuevo plan de la Unión Europea, apoyado por Estados Unidos, en un proceso interrumpido con frecuencia por el estallido de tensiones.