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Curioso Empedernido

Abrirnos al mundo

Abrámonos al mundo para disfrutar de las cosas que importan, para admitir y colaborar con los cambios necesarios

  • Juan Antonio Palacios. -

De la imposición a la rebelión, del acuerdo a la falta de consenso, de la aceptación al rechazo, de la nada al todo, podemos encerrarnos en nuestra cárcel interior o abrirnos al mundo, a otras miradas, otras ideas y otras maneras de hacer las cosas.

Nuestra capacidad de opinar desde el respeto a que otros también pueden tener sus razones para pensar y actuar como lo hacen, es mantener viva la esperanza que podemos renunciar a tener en beneficio del querer ser, de despegar y crecer como nosotros mismos y no ser un clon o una mala copia de quienes quieren robarnos nuestra autenticidad.

Cuando nos vemos perdidos, podemos intentar refugiarnos en un lugar que nos produzca bienestar, sin censores ni manipuladores, sin barreras que nos alejen de la realidad, sin tener en cuenta muchas cosas que son falsamente indispensables.

Hay algo que hemos de atesorar y no debe importarnos tenerla en grandes cantidades, y es la dignidad, la del valor de nuestra palabra y de nuestros hechos., la de defender la democracia cuando puede correr peligro y huir de cualquier tentación de autoritarismo, la de mirar a los demás a los ojos antes que consumir las horas contemplándonos en el espejo.

Abrámonos al mundo para disfrutar de las cosas que importan, para admitir y colaborar con los cambios necesarios, para fomentar la esperanza y combatir cualquier tipo de injusticia, para alegrarnos más y quejarnos menos, para no exigirles a los demás lo que nosotros somos incapaces de cumplir o hacerlos responsables de nuestros propios errores.

No nos olvidemos que cada uno de nosotros somos tan plurales, que contenemos muchos mundos en nuestra persona, que somos únicos, solidos, pero estamos llenos de brechas y grietas, que somos uno y único, pero a la vez un laberinto de datos que nos hace coincidir o discrepar de los otros..

Entre la limpieza y el fango, luchemos por sembrar la honradez, por no juzgar a quienes nos rodean a la ligera y desde el desconocimiento, que no perdamos el trasero por conseguir una foto o lograr un titular, y esforcémonos desde el compromiso por encontrar la verdad.

Admitamos nuestra transitoriedad, y procuremos no escaquearnos de nuestras obligaciones como ser humano, y que en este corto viaje de la vida, sintámonos serenos y satisfechos en este mundo revuelto y crispado, que nos hace confundir la cordura con la locura y viceversa.

Es inútil meterse en líos constantes o pensar que todos están contra nosotros, como si de una conspiración se tratara, tampoco resulta demasiado valido vivir todo el tiempo pendiente de los envoltorios y no de aquello que contienen. La gente acaba no creyéndonos entre prejuicios y falta de confianza.

Quizás el gran mal de nuestro siglo sea inmaterial, y es esa disforia que provoca ese estado de ánimo, que nos hace acompañantes de la tristeza, soldados de la ansiedad y militantes en la irritabilidad, y nos anestesia nuestros sentidos como si se abriera una enorme grieta.

Cuando lo emocional domina sobre nuestra razón, no debemos dejar que el lado oscuro de nuestra personalidad se apropie de nosotros, y no darle tantas vueltas y convertir en urgente y grave a cosas sin importancia., en lugar de disfrutar de satisfacciones y placeres como recompensa a nuestros esfuerzos y sacrificios.

Antes de abrirnos al mundo es recomendable que resolvamos los asuntos pendientes,ya que si no lo hacemos tendremos problemas y no sentiremos el placer de que todo termine bien.

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