Al menos 15,3 millones de personas necesitarán asistencia en 2023 en Siria, país que acoge al mayor número de desplazados internos del mundo, con 6,8 millones, de los que unos 2 millones residen en las zonas del norte del país que escapan al control de Damasco. A la crisis económica provocada por la guerra se ha sumado en el último año una grave sequía y un brote de cólera.
Esta crisis tiene además un componente regional, ya que hay 7,4 millones de refugiados sirios en Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, cuya situación socioeconómica sigue deteriorándose. La ONU ha solicitado 4.400 millones de dólares para atender las necesidades dentro del país y otros 5.400 para ayudar a los refugiados sirios y a las comunidades que les dan acogida.
La situación humanitaria sigue deteriorándose en el país, en parte debido a la nueva ofensiva militar contra el grupo terrorista Al Shabaab. A esto se suman cuatro años continuados sin lluvias, que han provocado la peor sequía en cuatro décadas.
Actualmente hay 7,8 millones de personas necesitadas de asistencia, casi la mitad de la población. El número de desplazados se ha multiplicado por tres en el último año, incluidos 1,3 millones debido a la sequía. El riesgo de hambruna vuelve a planear en el país, donde uno de cada tres habitantes --casi 6,7 millones-- tienen serios problemas para garantizar su sustento.
Años de conflicto, la persistencia de la violencia de carácter étnico y el impacto del cambio climático han hecho que la situación humanitaria se deteriore hasta el punto de que 9,4 millones de personas, el 76% de la población, requieran algún tipo de ayuda, un 5% más que hace un año.
La violencia intercomunitaria que han registrado siete de los diez estados del país ha ocasionado más de 250.000 desplazados adicionales, así como casos de violencia sexual, secuestros y saqueos. En el país hay unos 2,2 millones de desplazados mientras que 2,3 millones de sursudaneses viven como refugiados en países vecinos. Además, 8 millones se enfrentan a inseguridad alimentaria.
El golpe de Estado militar de noviembre de 2021 provocó una reducción de la ayuda al desarrollo que recibía el país, lo que a su vez ha afectado la capacidad de las autoridades de ofrecer servicios básicos. Además, en el último año se ha producido un repunte de la violencia en el país, especialmente en Darfur.
Unos 15,8 millones --un tercio de la población-- requieren asistencia. Además, el número de personas que pasan hambre aumentó por tercer año consecutivo hasta un récord de 11,7 millones debido entre otras cosas a la fuerte dependencia de Sudán en la importación de trigo de Rusia y Ucrania.
Desde que se produjo la invasión rusa el 24 de febrero, casi un tercio de los ucranianos han abandonado sus hogares. Más de 6,2 millones están desplazados dentro del país pero otros 7,7 millones han buscado refugio en otros países europeos, principalmente en Polonia, Moldavia, Rumanía y Hungría.
La ONU cifra en 17,6 millones las personas necesitadas de ayuda dentro del país, cuya situación es particularmente dramática en las zonas fuera del control de Kiev y afectadas directamente por las hostilidades. Preocupa sobre todo los problemas de suministro tanto de electricidad como de agua, ya que las infraestructuras de este tipo están siendo particularmente atacadas por Moscú.
Pese a que la situación económica en el país ha mejorado ligeramente en el último año, aún hay 7 millones de personas necesitadas de asistencia. La reanudación del diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición ha permitido ya un primer acuerdo para aliviar la situación humanitara, pero está por ver si se sigue avanzando en esta vía.
Entretanto, la ONU cree que las nuevas circunstancias en el país y a nivel regional podrían aumentar los retornos de venezolanos que los últimos años han partido al exilio, sin que esto frene la salida de otros. En el mundo hay más de 7,1 millones de refugiados y migrantes venezolanos, de los que casi 6 millones se encuentran en América Latina, con Colombia con casi 2,5 millones y Perú con cerca de 1,5 millones.
Las esperanzas de poner fin a más de ocho años de conflicto se desvanecieron en octubre, después de que el Gobierno yemení y los rebeldes huthis no renovaran el alto el fuego que se había prolongado durante seis meses, si bien la violencia no parece haberse retomado con la misma virulencia.
Yemen ya era antes de la guerra uno de los países más pobres del mundo. La ONU cifra en 21,6 millones las personas que requieren ayuda. Más del 80% de la población tiene problemas de acceso a alimentos, agua potable y servicios sanitarios y casi el 90% no tiene acceso a servicios públicos de electricidad.