Por realizar esta venta, Joan Higgins, dueña de una tienda de animales en Sale (Inglaterra), tendrá que pagar una multa de 1.000 libras (1.123 euros) y llevar una pulsera telemática durante siete semanas en las que no podrá salir de casa de siete de la tarde a siete de la mañana.
Higgins, que a partir de ahora tendrá antecedentes penales, fue víctima de una trampa tendida por el Ayuntamiento, que envió al muchacho para ver si la condenada cumplía la prohibición oficial de vender animales a menores.