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La farmacia de Juan XXIII celebra sus primeros 50 años al servicio del barrio

La zona "sigue manteniendo su esencia", con vecinos que "hacen vida" en ella y que permiten que exista cierto dinamismo comercial

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  • María Lourdes Ríos Durán, acompañada por sus hijos Lourdes y Jesús, que llevan hoy el negocio -

La farmacia de Juan XXIII celebra estos días sus primeros cincuenta años al servicio de los vecinos de esta barriada y su entorno más próximo.

El establecimiento abrió sus puertas el 30 de septiembre de 1972 de la mano de una joven granadina, María Lourdes Ríos Durán, que ha echado raíces en la ciudad y que tiene además a dos hijos al frente del negocio, Jesús y Lourdes Díaz Ríos.

La familia recuerda que la farmacia se puso en marcha coincidiendo prácticamente con la construcción de la barriada, que necesitaba dotarse de servicios básicos con los que atender al vecindario.


En este medio siglo la zona no ha cambiado tanto como pudiera parecer. “Juan XXIII sigue manteniendo su esencia, entre otras cosas porque los vecinos, que son gente buena, trabajadora y humilde, hacen vida en su barrio”, explica Jesús Díaz.

Gracias a ello la barriada tiene “mucha vida” y un buen número de establecimientos que dan cobertura no sólo a Juan XXIII sino a todo su entorno, en el que se integran El Calvario, San Valentín, Los Naranjos, Eduardo Delage e incluso San Juan de Dios.

De aquella farmacia que abrió sus puertas hace ahora cincuenta años apenas queda la ubicación, que sigue siendo la misma.

El establecimiento se ha “renovado y ampliado” con el paso del tiempo, incorporando además otros servicios, entre los que se encuentran nutrición, análisis facial y capilar, controles de tensión y glucosa o dermocosmética, que se ha convertido en una especialidad de la casa.

“Esto nos obliga de algún modo a ser una farmacia dinámica y estar presente en las redes sociales”, explican.

También se ha apostado por la tecnología, robotizando la farmacia para ganar en agilidad a la hora de atender a los clientes.

Todas estas mejoras y este permanente afán por adaptarse a las nuevas tendencias han llevado al negocio a captar clientela de otros puntos de la ciudad.

María Lourdes Ríos difícilmente podría haber imaginado hace cincuenta años que el negocio perduraría tanto tiempo, algo que tiene claro “no hubiera sido posible sin la confianza de los vecinos”. 

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