El resultado de las elecciones andaluzas parece haber zarandeado a más de un alcalde y alcaldesa socialista. El rumbo plácido hasta las municipales de 2023 ha tornado, de un día para otro, en espejismo. La tempestad les ha sorprendido en mitad de la noche, convencidos de que la calma chicha tras la pandemia era plácida e interminable, cuando lo más común al mar es lo imprevisible: “está lleno de nudillos”, decía el capitán Quint a la caza del gran tiburón. Ahora todos confían en recomponerse rápido. Tienen de ejemplo al PP, que estaba muerto en invierno y ha resucitado en primavera, como si le bastase con el anuncio de temporada de El Corte Inglés para pasar página. La política también es así de imprevisible, y siempre guarda espacio para algún cadáver más en los armarios, incluso para el supuesto enterrador o enterradores, que para la ocasión eran dos.
En cualquier caso, a los alcaldes y alcaldesas del PSOE no les preocupa tanto la victoria del PP el 19J como la desaparición de Ciudadanos de la escena política -ahí está el ejemplo de lo que acaba de ocurrir en Sanlúcar- y el aún indescifrable papel que pueda jugar Vox a nivel local, tan incierto como el de sus habituales aliados a la izquierda, empeñados en restar en vez de sumar. Porque al final se trata de sumar, y ninguno de los dos bloques está en condiciones de decir ahora mismo que suma más que el otro, más allá de sus aspiraciones particulares.
Ahí, de nuevo el PP, es el que ha marcado la senda para romper la baraja: el mensaje de la mayoría suficiente, que no absoluta. El PSOE lo ha captado y no tiene reparos en repetir la consigna. En Jerez ya se escucha en las comparecencias públicas del ejecutivo local, donde se habla del “Gobierno de Mamen” -a semejanza del de Juanma- y de marcarse el objetivo de lograr una “mayoría suficiente”. Les falta encontrar la frase adecuada para incorporar lo de “sereno” y “moderado”, pero de momento llevan la lección aprendida, aunque suene más a arrebato que a estrategia decidida, a efecto acción-reacción después de escuchar el testimonio del único superviviente de una tragedia; y ese superviviente es Juan Espadas, del mismo modo que Pedro Sánchez es su Keyser Söze. Y ahí llevan otra lección para que la aprendan.
Mamen Sánchez, alcaldesa de Jerez, precisamente, fue una de las líderes socialistas que acudieron a Sevilla a la reunión con Espadas para evaluar los resultados electorales. Si su agenda va a ser a partir de ahora como la de esta semana, parece evidente que ya ejerce de alumna aventajada, mientras que el PP ha puesto a María José García-Pelayo a interactuar como candidata a falta de oficialidad: esta semana, reunión con la plantilla de ayuda a domicilio -a la que respondió Sánchez con el anuncio de la convocatoria de 350 puestos de trabajo para ampliar el servicio-, presencia en el inicio de las obras de Proyecto Hombre y visita al mercado de abastos.
Y en ese particular duelo jerezano el PSOE va a jugar dos bazas fundamentales que, con permiso de las siglas, le confieren cierta ventaja. De un lado, la gestión desempeñada durante los momentos más duros de la pandemia; del otro, la cada vez más preclara definición de su modelo de ciudad, que pasa tanto por la consolidación de la rehabilitación del centro histórico, como por reivindicar su peso en la creciente actividad económica ligada al renaciente desarrollo urbanístico y a la promoción de obra pública. Para lo primero, el Ayuntamiento ha dado con un filón en nombre de las expropiaciones y ventas forzosas, que han propiciado asimismo un efecto disuasorio entre los propietarios de fincas abandonadas para venderlas o ponerlas en valor. Para lo segundo le ha bastado con prodigarse en primeras piedras y en promover nuevos espacios públicos, que no es algo que va a poder hacer todas las semanas, pero marca tendencia, como quien crea un estado de ánimo.
Unos tratan de enderezar el rumbo, otros luchan por lograr escapar de las corrientes y hay quien despliega velas con viento a favor. Nadie olvida en estos momentos que hasta La peregrina de Salem fue capaz de alcanzar al Portugués después de darle siete días de ventaja rumbo a Alaska. No será por falta de motivación.